Espesura
Hay una espesura que no impide el paso.
Una espesura amable, que invita a entrar.
No busca ocultar, sino ofrecer —a quien se detiene a mirar—
el ritmo secreto de lo que crece en silencio.
Allí, cada hoja es capa, cada sombra una pregunta.
La imagen no se entrega de golpe,
se despliega en tiempo lento, como quien camina
hacia adentro.
La espesura es también un umbral.
No marca el límite, sino la posibilidad de tránsito.
Como el espejo de Alicia, abre otro lado.
Un lugar donde el paisaje no se representa:
se habita.



